Llegada a Delhi

febrero 14, 2017

Brillantina empezó siendo un calendario con fotos de la India. Hoy queremos empezar a contarte la historia detrás de esas fotos, de un viaje que fue toda una aventura y queremos que trates de vivirlo como si te hubiera pasado a vos. Te invitamos a entrar a nuestro mundo desde otro lugar, en primera persona y en tierras lejanas, hoy nos vamos de viaje: la primer parte de un lindo recorrido que empieza en Nueva Delhi. 


Llegada. Es Julio en Nueva Delhi. Primera impresión: INDIA ES UN CAOS. No es sólo una mezcla de contrastes (entre el olor a podrido y el olor a sahumerio y especias, entre los colores brillantes y la basura por todos lados, entre la inocencia y todo lo contrario) también es una confusión para los sentidos. Después de superar la barrera del miedo para atravesar la puerta del hotel a la calle me subo a un rickshaw: una especie de motito taxi. Veo muchas vacas. Miradas penetrantes que parecieran verte Fluo (pobres las rubias sajonas, si me miran así a mi q les quedará!). Autos en todas direcciones. Amontonamiento. Mucho. Tratar de encontrar un auto q no esté rayado es imposible. La bocina permanente de música de fondo. Almorzar algo q todavía no se q fue y me pico hasta el alma. Dejar de contestar de donde sos y como te llamas se torna necesario. Tengo los ojos agotados de tanto ver... y esto recién empieza.


Día 2. Nueva Delhi. Todo empezó así: yo quería ir a un lugar y me llevaron a otro. Aparentemente India también quiere enseñarme eso de la entrega. Y con lo que me cuesta igual me dejé, total no hay absolutamente nada en particular que quiera ver, sólo quiero conocer que es India. Me subo a un rickshaw y mis conductores asignados (eran dos) querían ir a rezar. Yo quería ir a otro lado, pero no importó, me llevaron a su templo.






Después de un paseo por una oficina de turismo para venderme una excursión por India y un intento fallido por comprar mis tickets de tren para viajar a Agra, me llevaron a donde yo quería ir: el Fuerte Rojo. No fue ni la mitad de interesante que el templo de Hanuman en el medio de la nada al que me obligaron a ir fuera de mis planes pero bueno, lindo lugar en el medio del desorden de una ciudad que no descansa. 







Al salir, se largó la lluvia más increíble del planeta (es época de lluvias en julio y agosto) y mis conductores decidieron que se iban a comer con sus amigos (ya que no podían venderme nada de lo que pretendían). Me dejaron en el centro de Delhi abajo de la lluvia. Empapada y estresada en una ciudad desconocida donde no entendía ni un solo cartel decidí que basta de taxis, casi todo el resto de mi viaje camine... me camine TODO, pero hoy llovía. Como pude me tomé el metro hasta la estación más cercana al segundo atractivo de mi lista mientras la lluvia se hacía más intensa. En el camino, conocí a una pareja de recién casados que me salvaron el día. Estuvimos charlando bastante antes de intentar llegar a la tumba de nosequién, porque "oh casualidad" ellos iban al mismo lugar. Charlando con ellos fue la segunda vez en el día que pensé "alguien quiere secuestrarme" pero el universo me tenía otros planes. No llegamos a la tumba, estaba todo inundado y pase por lugares que no se pueden imaginar con el agua hasta las rodillas. Está de más decir que a esta altura no tenía nada de mi ser seco, pero el cambio de planes fue para mejor: nos subimos a un colectivo y la pareja de hindúes súper simpáticos me llevaron a Swaminarayan Akshardham. Pasando una muralla luego de dejar todas tus pertenencias y objetos electrónicos (no permitidos en su interior) se encuentra el complejo de templos más hermoso de Delhi. No se puede sacar fotos pero vale la pena googlearlo: sus tallas de mármol y elefantes de piedra por doquier te trasladan a un paraíso en la tierra. A veces cambiar de camino no es tan malo después de todo. 





En la última foto: mi parejita de amigos salvadores ;)


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